El presente texto versa sobre el Castillo de Urria, denominado así por encontrarse dentro de la Merindad de Cuesta Urria, también llamado del Val, por encontrarse dentro del municipio de Valdelacuesta y, a su vez, denominado de Montealegre, cuyo posible origen es el que la autora trata de despejar.

Aurora Pedrero Olano.

La investigación sobre el castillo de Montealegre surgió en el entorno de un trabajo universitario para la UBU para una asignatura impartida por David Peterson, del departamento de Historia Medieval de la UBU. Para su realización se ha basado en la información dada por Cadiñanos Bardeci fundamentalmente, y por la comparativa con otra serie de construcciones similares erigidas a lo largo de la cordillera de la Tesla que han intentado despejar los interrogantes que sobre él se ciernen. Lo que nos interesa despejar es la eterna sombra de su cronología.
Gonzalo Miguel Ojeda, en una concisa descripción de este emplazamiento, lo define como “una de las fortalezas más primitivas e importantes”.
Algunos escritos sitúan su construcción en el siglo XIV por orden de don Pedro Fernández de Velasco. Sin embargo, no hay pruebas de que fuera así, si bien, sí figura en el testamento de don Pedro dicha fortaleza, lo cual demuestra que acabó en sus manos, probablemente con el objetivo de controlar una supuesta vía medieval que comunicaba Castilla con el Cantábrico.
Según Cadiñanos Bardeci “en cuanto a la cronología se plantea la posibilidad de una cronología Tardorromana y Altoimperial, exisitiendo un desajuste teórico de origen en la Baja Edad Media, aunque no hay pruebas”. Si bien Cadiñanos Bardeci insiste en que no es posible datar con exactitud dicho monumento, sí nos es posible hacer una aproximación cronológica al mismo y para ello Gonzalo Miguel Ojeda da una pista que parece haber pasado desapercibida para muchos historiadores que han tratado Montealegre y es la referencia en que cita como su gobernador al conde de la Bureba, don Gonzalo Salvadores, que lo fue durante el reinado de Alfonso VI, y si tenemos en cuenta que su reinado se extendió desde 1065 hasta el 1109, nos estamos refiriendo a los siglos XI-XII, fechas que coinciden con los años de vida del conde, quien desde 1097 al 26 de octubre de 1110 ejerció como alférez de Alfonso VI.
Julián García Sainz de Baranda en su libro Apuntes sobre la Historia de Las Merindades Antiguas de Castilla. (Burgos. Año MCMLII), nos expone la hipótesis de que se trataría de una torre de defensa del paso de Tartalés de los Montes, y avanza una opinión que transcribo con sus propias palabras:“Consta del Cronista árabe Aben Adhari que era señor de Missanica en 865, Gómez”.
En definitiva, debemos situar la construcción de esta fortaleza en este arco temporal, sin descartar que hubiera sido con anterioridad una torre musulmana, siguiendo a Aben Adhari o incluso una turris romana del Bajo Imperio.
Osaba y Ruiz de Erenchun da otra aproximación que corrobora, en parte, la anteriormente descrita,ya que todo apunta a que Montealegre formó parte de un enlace fortificado con el fin de unir entre si, los castillos de Tedeja, Frías y Medina de Pomar bastante más adelante, con lo cual, según el autor, cabe pensar que debería de haber existido otra más antigua que ocupaba el lugar de la actual, justificando de esta manera tanto la reconstrucción posterior de Montealegre en sillería, perfectamente visible en la actualidad, como su posesión por parte de los Velasco más adelante, sobre 1369, cuando Medina de Pomar pasó a ser propiedad indiscutible de don Pedro Fernández de Velasco.
En el testamento que refleja el patrimonio del buen Conde de Haro, figura el Castillo de Montealegre “en la ladera norte de la sierra de la Tesla sobre el lugar de Val de la Cuesta”.
Cerca de esta fortaleza pasaba una vía que desde Quintanalacuesta, ascendía la Tesla, a través del Portillo de Medina, llegando a Valehermoso y Tartalés de los Montes, siendo de esta manera, un paso intermedio entre los dos desfiladeros del Ebro: los Hocinos y la Horadada. En este sentido se creó una línea defensiva: Pancorbo-Frías-Oña-Tedeja-Cuevarana-la Tesla, con un único fin primigenio, el de defenderse de las continuas incursiones, primero germanas, en referencia a la construcción de la primera fortaleza de Tedeja. Más adelante su función sería asentar el poder visigodo, como sostiene Alexandra Chavarría (2012) aunque Quirós y Tejado (2012) sostienen que este tipo de fortificaciones no tuvieron carácter militar sino de gestión económica.
En resumen, la línea defensiva exisitió aglutinando diversas fortificaciones: Tedeja que defendía el paso de la Horadada, una de las entradas al Valle, a la vez, el de los Hocinos, en la falda Sur encontramos el Castillo de Toba y en la falda Norte localizamos Montealegre,formando otra segunda línea defensiva.
Existió junto con éstas, una tercera fortaleza, la de Bellavista,situada igualmente en la sierra de la Tesla, sobre el Ebro y cercana a Trespaderne, que fue completamente destruída por los árabes. Con todo lo descrito, podemos llegar a la conclusión de que se trata de un conjunto ordenado y pensado de construcciones con intención, bien defensiva, bien disuasoria, bien de aviso a la zona del Valle.
Es más que probable que tuviera cuatro cubos o atalayas, no los tres que se reflejan ahora, ya que en el muro que carece de él, reconstruído en sillería, parece existir una base cónica que nos indicaría la existencia anterior de este cuarto cono. Así lo comenta Ojeda, ya que esta recontrucción parece asentada hasta una altura aproximada de tres metros, donde se puede apreciar lo que parece ser un saliente de un “cubo o una atalaya”.
Hay constancia de que hubo expoliación en Montealegre hace unos cuarenta años o más con lo cual se perdieron muchas evidencias que pudieran haber servido a una más completa investigación al respecto, quedando tan solo claro la existencia de, al menos, un piso superior.
En los mapas hidrográficos podemos observar una fuente de agua, denominada el Arroyo de las Ánimas, con lo cual el acceso al agua estaría asegurado.